El síndrome premenstrual (SPM) es una afección recurrente que afecta a muchas mujeres antes del inicio de la menstruación. En todo el mundo, aproximadamente el 60% de las mujeres en edad fértil declaran experimentar síntomas asociados al SPM. Este trastorno se caracteriza por una combinación de síntomas físicos y emocionales que suelen manifestarse de 2 a 7 días antes de la menstruación y, en algunos casos, hasta 14 días antes, resolviéndose con el inicio de la menstruación o poco después. El síndrome premenstrual está estrechamente relacionado con la ovulación y el ciclo menstrual, y se debe principalmente a fluctuaciones irregulares de los niveles hormonales. En el ciclo menstrual se produce una disminución de la secreción de estrógenos, seguida de un aumento de la secreción de progesterona, que posteriormente disminuye en ausencia de embarazo. Las fluctuaciones de los niveles de serotonina también contribuyen a diversos síntomas del síndrome premenstrual, como la irritabilidad, la ansiedad, los desequilibrios emocionales y las alteraciones del sueño.
El ciclo menstrual es una compleja interacción de hormonas, y el síndrome premenstrual está estrechamente ligado a estas fluctuaciones hormonales. Consta de dos fases principales: la fase folicular, que conduce a la ovulación, y la fase lútea, que sigue a la ovulación. Durante la fase lútea, se produce un aumento de los niveles de progesterona y estrógenos, que puede tener un profundo impacto en el estado emocional y el comportamiento.
Fase folicular
La fase folicular es la primera mitad del ciclo menstrual y debe su nombre al desarrollo de los folículos ováricos. Esta fase suele abarcar desde el primer día de la menstruación (día 1) hasta el día de la ovulación, que se produce hacia la mitad del ciclo menstrual, normalmente el día 14 en un ciclo de 28 días. El objetivo principal de la fase folicular es preparar al organismo para la ovulación y, en última instancia, para un posible embarazo.
Transición
Ovulación (alrededor del día 14):
La ovulación marca el final de la fase folicular y la transición a la fase lútea.
Un aumento de la hormona luteinizante (LH), desencadenado por el aumento de los niveles de estrógenos, hace que el folículo maduro libere su óvulo en la trompa de Falopio.
Esta fase es el periodo más fértil del ciclo menstrual, ya que el óvulo liberado está listo para ser fecundado por el espermatozoide.
Fase lútea
La fase lútea es la segunda mitad del ciclo menstrual y sigue a la fase folicular. Abarca desde el día de la ovulación hasta el inicio de la siguiente menstruación. Normalmente, la fase lútea dura unos 14 días, aunque la duración puede variar. Esta fase se caracteriza por la presencia del cuerpo lúteo, una estructura formada por los restos del folículo ovárico que liberó un óvulo durante la ovulación.
En la fase lútea tardía, unos 7 días antes del final del ciclo, descienden los niveles de progesterona y estrógenos. En particular, esta disminución de estrógenos se ha asociado a una desregulación de la serotonina y a desequilibrios emocionales.
La serotonina, a menudo conocida como el neurotransmisor del “bienestar”, es un mensajero químico que transmite señales en el cerebro y otras áreas del sistema nervioso, desempeñando un papel crucial en la regulación del equilibrio emocional, el sueño y el apetito. Una de las razones principales de los cambios emocionales durante el síndrome premenstrual es el impacto de las fluctuaciones hormonales en los niveles de serotonina. A medida que el estrógeno y la progesterona aumentan y disminuyen, también lo hace la disponibilidad de serotonina en el cerebro.
Durante el ciclo menstrual, los estrógenos potencian la actividad de la serotonina, lo que mejora el humor y la sensación de bienestar. Sin embargo, a medida que los niveles de estrógenos y progesterona descienden en la fase lútea, también lo hace la serotonina, lo que contribuye a la montaña rusa emocional que muchas mujeres experimentan durante el síndrome premenstrual.
La fluctuación de los niveles de serotonina puede dar lugar a una serie de síntomas emocionales durante el SPM, como irritabilidad, ansiedad y nerviosismo. Comprender esta conexión es crucial tanto para las mujeres que padecen SPM como para quienes las rodean, ya que fomenta la empatía y el apoyo.
Aunque las fluctuaciones hormonales durante el ciclo menstrual son una parte natural de la salud reproductiva de la mujer, existen estrategias para gestionar el impacto sobre los niveles de serotonina y aliviar los síntomas del SPM. Las modificaciones del estilo de vida, como el ejercicio regular, una dieta equilibrada, los complementos alimenticios y las técnicas de reducción del estrés, pueden contribuir a un estado emocional más estable al favorecer la transmisión de serotonina.
Comprender la intrincada danza entre las fluctuaciones hormonales del SPM y los niveles de serotonina es crucial tanto para las mujeres que experimentan estos cambios como para quienes tratan de apoyarlas. Al reconocer la conexión entre las hormonas y las fluctuaciones emocionales, podemos trabajar para fomentar una mayor comprensión del síndrome premenstrual y desarrollar estrategias eficaces para gestionar su impacto en el bienestar emocional.
Fuentes;
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